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ACOSO Y
DERRIBO DE ALCALDES E INTERVENTORES PREVARICADORES
Hace poco coincidí en
un corrillo con ocasión de unas jornadas jurídicas, con un Alcalde (” de cuyo
nombre, no me quiero acordar”), quien comentaba con aspavientos la dificultad
hoy día para ser Alcalde porque “los interventores tienen
mucho poder”, “gobiernan ellos y no nosotros”,
etc. Me limité a intervenir comentando que “mas
que poder, los interventores tienen responsabilidad, que no es lo mismo”,
y como me miraba con aspecto sorprendido ( o no entendía, o no quería entender)
le aclaré algo así como:“
Vamos. En una piscina el salvavidas no tiene poder, tiene responsabilidad,
porque tiene el deber de garantizar que nadie se ahoga en la piscina; no está
por capricho, ni es dueño de salvar o no a las personas. Y a ningún usuario de
la piscina se le ocurriría quejarse por exceso de celo del salvavidas ni
criticarle por tener mucho poder, cuando cumple su labor”.
El Alcalde
cambió de perspectiva: “También
nosotros cumplimos nuestra responsabilidad de gobernar, pero no nos dejan por
formalismos”. Y tuve
que darle un banderillazo: “Son las mismas leyes, las que le dan poder como Alcalde y la
responsabilidad al Interventor; cada uno en su sitio; y detrás de cada
formalidad que se salta, pese a que la Ley las manda, hay alguien que sufre”.
Entonces, un concejal (o tiralevitas, a juzga por como rondaba al Alcalde)
terció: “Pero nadie ha elegido al interventor y el Alcalde es
elegido democráticamente”. Ahí ya salté a la yugular: “El mismo
pueblo que le ha elegido como Alcalde es el que ha elegido a quienes aprueban
las leyes para controlarle y quienes quieren que el Interventor lo haga. No es
difícil de entender, y que yo sepa, quien jura un cargo, afirma conocer la
Constitución y su compromiso de cumplirla”.
Menos mal, que
pudimos irnos cada mochuelo a su olivo porque aquello no pintaba bien.
En fin, me vino a la mente porque la Sentencia de
la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 1 de Julio de 2015 (rec. 2284/2014)
aborda un supuesto propio de la época de las vacas gordas administrativas
cuando se cumplía el triángulo del diablo: un concejal ambicioso, un
interventor sin escrúpulos y un particular avispado …
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conocidos
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Corrupción
socialista, corrupción popular
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